sábado, 30 de mayo de 2009

Poema de una noche sin luna para un niño que muere en Palestina

Me persigno
pero no me resigno
no me puedo resignar
porque fui vejada
dura e injustamente
vejada
y brutalmente forzada
a cerrar los ojos
cuando estalló la bomba
en tu escuela
o cuando se llevaron a tu hermano
o cuando creí,
inocentemente,
que el muro que alzaban
los detendría.

Fui engañada
buscando los aromas de las especias de Gaza
o las mezquitas de Jerusalém
o las paredes en ruinas de sus templos
pero sólo hallé mezquinos ojos
que conjuraban palabras vacías
y fétidos olores que escapaban de los cuerpos.
Y de la gente de los libros
sólo retazos y miembros
y de su místico pueblo
sólo el polvo
y cadáveres de niños de ojos bien abiertos
y la certeza
la maldita certeza que me golpeó la frente
con sus mil esquirlas de plomo
y me alojó en el alma la verdad.

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